El Árbol
Sobre el proyecto y la exposición
En cada fotografía participamos del tiempo, lo capturamos y construimos los puentes que conforman nuestra memoria. Después de años, al echar la mirada atrás, cada instantánea adquiere una significación adicional al ponerse en relación con el conjunto. En esta(s) historia(s), la mirada gira en torno a un árbol que se yergue junto al Río Llobregat, un lugar sin ningún interés aparente, un rincón singular que se ha convertido en un refugio, en un punto de encuentro, de juego, creación y reflexión que aguanta los vendavales del devenir y del progreso industrial.
A través de las aportaciones de cada una de las personas que se han volcado en este proyecto en sus distintas etapas, el Árbol ha pasado a ser un Guardián del Tiempo y de la memoria; a la vez que un símbolo de un territorio en transformación y lleno de contradicciones que busca tejer lazos entre la comunidad, la naturaleza y la creación.
Lo personal se ha proyectado a lo universal gracias a la participación de las vecinas y vecinos que han venido a los paseos fotográficos de los últimos meses aportando su perspectiva propia, el apoyo de las becas Unzip/2024, la música de Alex Cortés, la intervención artístico gastronómica de Susana Alonso, el acompañamiento de Samu Céspedes, las ideas y dedicación constantes de todas las compañeras del Centro Cívico Jardins de la Pau. Este es un proyecto que no se entiende fuera del ámbito colectivo, así como un árbol no se entiende sin las diversas ramificaciones particulares que lo componen.
Dimensiones del Árbol
Una de las dimensiones del Árbol es la de ser un receptáculo de la memoria.
Lo vi por primera vez mientras paseaba con mis amigos junto a la ribera del río Llobregat una mañana de 2020, cuando recién empezaban a suavizarse las restricciones por la pandemia del Covid-19.
Desde entonces, el lugar me ha ayudado a reforzar y generar vínculos con muchas de las personas que quiero, del mismo modo que me ha permitido depositar muchas de mis vivencias en sus raíces. Esto me ha hecho más consciente de los ciclos que nos envuelven.
Un árbol es un árbol, pero puede ser mucho más. ¿Qué lugar es importante para ti?¿Por qué?
El Delta del Llobregat y sus alrededores son un territorio complejo y contradictorio.
Si nos paramos a observar, apreciamos como las fábricas, el aeropuerto y el puerto de Barcelona rodean a un “Espacio Natural Protegido” que lucha por sobrevivir.
Sin embargo, también podríamos concebirlo como un territorio de convivencia entre entidades distintas que forman parte de una misma realidad. Un bloque de pisos existe lo mismo que existe un bosque, cada uno tiene sus porqués particulares.
Las personas tenemos la capacidad de influir profundamente en el equilibrio de esa convivencia natural. Desde mi punto de vista, esto habría de despertar un profundo sentido de la responsabilidad.
El territorio nos conforma, cuidar de él es cuidar parte de lo que somos.
El Árbol me lleva a intuir algo que escapa a cualquier temporalidad, un estado donde todos los procesos convergen en un mismo punto, una esfera que no deja de crecer y que se proyecta hacia la eternidad; abriéndose paso entre las luces y las sombras, el sueño y el recuerdo, el cambio y la permanencia.
El Árbol ha congregado voluntades y ha puesto en relación a personas diversas, que quizás de otra forma nunca se hubiesen conocido.
El presente se nutre del pasado para proyectar el futuro. Así, poniendo en común nuestras experiencias, conseguimos entretejer las ramas bajo una misma copa.
Las excursiones por el Delta y por el río nos han ayudado a encontrar la atmósfera ideal para estimular la creación, la conciencia y el acercamiento mutuo.
La savia sigue fluyendo, como también lo hace la tinta que baña nuestros diarios o que impregna estas fotografías.